Suplementos de omega-3: cómo elegir el aceite de pescado que realmente beneficia tu salud

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Imagina que dejas un trozo de pescado fresco sobre la encimera de tu cocina. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que comenzara a oler mal? Probablemente unas horas, quizás un día. Este simple ejemplo ilustra perfectamente el problema fundamental que enfrentamos con la mayoría de los suplementos de aceite de pescado.

El aceite de pescado es extremadamente susceptible a la oxidación, un proceso que no solo elimina sus beneficios para la salud, sino que potencialmente puede causar más daño que bien. Sin embargo, esto no significa que debas desechar tus suplementos inmediatamente. Con la información correcta, puedes aprender a identificar productos de calidad que realmente aporten beneficios a tu salud.

Por qué el aceite de pescado es tan vulnerable a la oxidación

Para entender este problema, primero necesitamos comprender la estructura química del aceite de pescado:

La fragilidad de las grasas poliinsaturadas

El aceite de pescado contiene principalmente ácidos grasos poliinsaturados (PUFA), que se caracterizan por tener múltiples enlaces dobles en su estructura molecular. Estos enlaces dobles son precisamente lo que hace que estos ácidos grasos sean beneficiosos para nuestras membranas celulares, aportándoles fluidez y mejorando su capacidad para recibir señales.

Sin embargo, esta misma característica los vuelve extremadamente vulnerables:

  • Grasas saturadas (como la mantequilla): Tienen todos sus enlaces ocupados (saturados) con hidrógeno, lo que las hace estables a temperatura ambiente.

  • Grasas monoinsaturadas (como el aceite de oliva): Contienen un solo enlace doble, lo que las hace relativamente estables.

  • Grasas poliinsaturadas (como el aceite de pescado): Contienen múltiples enlaces dobles, lo que significa que tienen muchos "asientos vacíos" donde el oxígeno puede "sentarse" y oxidar la molécula.

Esta vulnerabilidad explica por qué las grasas saturadas pueden dejarse a temperatura ambiente sin estropearse rápidamente, mientras que el pescado fresco se deteriora en cuestión de horas.

El problema de los ésteres etílicos en los suplementos

Además de la tendencia natural a la oxidación, existe otro problema significativo con la mayoría de los suplementos de aceite de pescado:

Ésteres etílicos vs. triglicéridos

La mayoría de los aceites de pescado comerciales están unidos a ésteres etílicos, compuestos sintéticos utilizados durante el procesamiento. Esta forma tiene varias desventajas:

  1. Menor absorción: Un estudio publicado en el European Journal of Clinical Nutrition demostró que los aceites de pescado en forma de triglicéridos tienen una absorción 186% mayor en comparación con el 161% de los ésteres etílicos. Esta diferencia de absorción es sustancial cuando consideramos los beneficios a largo plazo.

  2. Mayor tasa de oxidación: Investigaciones publicadas en el Journal of the American Oil Chemists Society han demostrado que los aceites de pescado en forma de éster etílico se oxidan más rápido en todas las temperaturas en comparación con la forma de triglicérido.

  3. Forma no natural: Los triglicéridos son la forma natural en la que encontramos los ácidos grasos en los alimentos, donde los ácidos grasos están unidos a una molécula de glicerol. Nuestro cuerpo está diseñado para procesar esta estructura.

El riesgo de reducir demasiado la inflamación

Otro aspecto a considerar es que tomar dosis excesivas de aceite de pescado, especialmente si ya consumes mucho pescado o alimentos antiinflamatorios, podría potencialmente reducir demasiado la inflamación.

Un estudio publicado en Prostaglandins, Leukotrienes and Essential Fatty Acids sugiere que esto podría interferir con procesos inflamatorios necesarios para la salud, como la respuesta inmunitaria a infecciones o la reparación de tejidos.

Las tres reglas de oro para los suplementos de omega-3

Basándose en estos conocimientos científicos, existen tres reglas fundamentales que te ayudarán a obtener los máximos beneficios de los ácidos grasos omega-3:

1. Ajusta tu dosis según tu consumo de pescado

Si comes pescado rico en omega-3 regularmente (como sardinas, caballa, salmón salvaje o arenque), reduce o elimina temporalmente tu suplemento de aceite de pescado. El objetivo es obtener estos nutrientes en su forma más biodisponible y natural siempre que sea posible.

La dosis de un suplemento no debería ser estática, sino adaptarse a tu ingesta dietética. Considera estas pautas:

  • Días con consumo de pescado graso: Reduce o elimina el suplemento
  • Días sin consumo de pescado: Toma la dosis completa recomendada
  • Consumo frecuente de pescado (3+ veces por semana): Considera reducir la dosis general o usar el suplemento solo en días sin pescado

2. Elige exclusivamente formas de triglicéridos

Busca suplementos que especifiquen claramente que sus ácidos grasos EPA y DHA están en forma de triglicéridos, no de ésteres etílicos. Aunque suelen ser más caros, la diferencia en absorción y estabilidad justifica la inversión.

Los fabricantes que utilizan la forma de triglicérido generalmente lo destacan en su etiqueta con términos como:

  • "Forma de triglicérido natural"
  • "TG" o "rTG" (triglicéridos re-esterificados)
  • "No ésteres etílicos"

Si un producto no especifica la forma, es probable que se trate de ésteres etílicos, la opción más económica y menos efectiva.

3. Considera el aceite de hígado de bacalao como alternativa

El aceite de hígado de bacalao ofrece varios beneficios adicionales:

  • Vitamina A natural: Importante para la salud inmunitaria y visual
  • Vitamina D natural: Crucial para la inmunidad y la salud ósea
  • Ácidos grasos omega-3: EPA y DHA en cantidades significativas

Esta combinación de nutrientes trabaja sinérgicamente, potenciando sus efectos individuales. Aunque el contenido total de omega-3 puede ser menor que en otros aceites de pescado concentrados, los beneficios adicionales de las vitaminas A y D compensan esta diferencia.

Almacenamiento adecuado para prevenir la oxidación

Independientemente del tipo de suplemento que elijas, el almacenamiento adecuado es crucial:

  • Refrigera siempre tus suplementos de omega-3 (incluyendo aceite de krill y aceite de calamar)
  • Mantén el frasco cerrado herméticamente cuando no lo estés usando
  • Compra tamaños que puedas consumir en 1-2 meses para minimizar el tiempo de exposición
  • Busca envases oscuros que protejan el aceite de la luz

Alternativas y consideraciones especiales

Aceite de krill

El aceite de krill contiene omega-3 unidos principalmente a fosfolípidos y contiene un antioxidante natural llamado astaxantina que proporciona cierta protección contra la oxidación. Sin embargo:

  • Sigue siendo susceptible a la oxidación, aunque a un ritmo menor
  • Debe refrigerarse igualmente
  • Generalmente proporciona dosis más bajas de EPA y DHA, aunque posiblemente con mejor biodisponibilidad

Aceite de calamar (Calamarine)

Rica en DHA, esta alternativa sostenible ofrece:

  • Alto contenido de DHA, beneficioso para la salud cerebral
  • Menor impacto ambiental que algunos aceites de pescado
  • Requiere las mismas precauciones de almacenamiento

Conclusión: equilibrio y calidad como prioridades

Los ácidos grasos omega-3 siguen siendo nutrientes esenciales con beneficios ampliamente documentados para la salud cardiovascular, cerebral e inflamatoria. Sin embargo, la forma y calidad del suplemento que elijas puede marcar la diferencia entre obtener estos beneficios o potencialmente consumir un producto oxidado con efectos negativos.

Siguiendo las tres reglas fundamentales —ajustar la dosis según tu consumo de pescado, elegir formas de triglicéridos y considerar el aceite de hígado de bacalao— puedes maximizar los beneficios y minimizar los riesgos asociados con los suplementos de omega-3.

Recuerda que los suplementos deben complementar, no reemplazar, una alimentación equilibrada. Siempre que sea posible, prioriza fuentes alimentarias naturales de omega-3 como pescados grasos, semillas de lino, semillas de chía y nueces, que proporcionan estos nutrientes en su matriz natural junto con otros componentes beneficiosos.

La clave está en la calidad, no en la cantidad, y en entender que incluso los mejores suplementos requieren un almacenamiento y uso adecuados para mantener sus propiedades beneficiosas.

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